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11 de septiembre de 2012

100 años sin Bram Stoker

                                                       
                                               



Abraham Stoker (1847 - 1912)


Pocos días después del hundimiento del Titanic, consumido por la enfermedad (probablemente sífilis), falleció el autor irlandés Bram Stoker a los 64 años de edad. El creador del inmortal Drácula (1897), el vampiro icono pop que es conocido a lo largo y ancho del mundo, desapareció hace 100 años. Un siglo que ha pasado como una exhalación y durante el cual, su celebérrimo demonio hematófago ha devorado miles de cuellos en el cine, el mundo del cómic, el anime y, por supuesto, en nuestras mentes. Pero no vamos a hablaros del aristócrata chupasangre ni de sus antecendentes (El Vampiro (1816) de John Polidori y la sensual Carmilla (1872) del también irlandés Sheridan Le Fanù). De Drácula solo reseñar lo que contemporáneos de Stoker dijeron de él:

"Tal vez la más bella novela de todos los tiempos."
Oscar Wilde (fue amigo suyo y compañero de estudios)



"Se trata de la mejor historia de diablerie que he leído en muchos años. Resulta realmente asombroso que a pesar de tratarse de un libro tan largo, capaz de suscitar tanto interés y emoción, nunca haya un anticlímax."
Sir Arthur Conan Doyle

Y no vamos a añadir más, pues sobre el vampiro se ha disertado largamente y no agregaríamos nada que no se hubiera dicho ya con anterioridad. Stoker es el ejemplo de privilegiado escritor canibalizado por su propia creación, y no deseamos contribuir más a ese festín. Pues Bram Stoker, en el centenario de su desaparición, creemos merece ser recordado también como persona y autor de otras muchas obras... obras que también merecen atención, respeto y cuidado.
Porque, ¿alguien de vosotros es capaz de nombrarme una obra de Stoker que no sea Drácula? ¿No? Pues hoy vamos a poner remedio a eso.



Bram Stoker y sus relaciones con la familia Wilde


Bram Stoker nació el 8 de Noviembre de 1847 en la aldea de Clontarf, a las afueras de Dublín. Hasta los siete años estuvo la mayor parte del tiempo postrado en cama debido a su naturaleza enfermiza; y durante sus convalecencias, su madre, Charlotte, manteniendo ese espíritu tan típico irlandés de contar historias, lo entretuvo con miríadas de cuentos fantásticos y macabros de la tradición oral de su tierra. Estas historias, impactaron la mente del pequeño Bram que, convertido luego en un hombretón de casi dos metros de estatura (y licenciado con honores en matemáticas), luego fueron la inspiración para la gran cantidad de relatos y novelas que escribiría.

Se hizo funcionario del tribunal de cuentas y todo parecía abocarlo a una vida gris y convencional; pero Stoker era gran amante de la literatura, y sobre todo admirador del teatro... en concreto de una de sus figuras más relevantes por aquel entonces: el actor Henry Irving (fue el primer actor en lograr el título de Sir).
Una crítica negativa sobre él en el Dublin Evening Mail (dirigido en aquel entonces por Le Fanù), le llevó a escribir una ardiente carta en respuesta, que derivó en una serie de colaboraciones con el diario como crítico teatral. 
En 1876, el mismo Henry Irving, quiso conocer al crítico que tan apasionadamente lo había defendido y que tantos elogios le dispensaba cada vez que estrenaba obra en Dublín. El encuentro fue un punto de inflexión en la vida de Stoker. Fue un amor a primera vista, se hicieron amigos de inmediato, incluso nuestro protagonista de hoy abandonó su empleo de funcionario para convertirse en su nuevo representante. Dejó toda su vida atrás para comenzar una nueva junto a su ídolo Henry Irving. 
Mucho se ha escrito y comentado sobre la especial relación que mantenían, una relación de completa sumisión por parte de Stoker, en la que parecía hipnotizado por la personalidad y arte de Irving. Se ha querido ver también algo de homosexualidad reprimida, así como una nítida inspiración para su Drácula en la personalidad egocéntrica y desdeñosa del actor. Es posible que fuera así. O no. La cuestión es, que al convertirse en el máximo valedor de Henry Irving, Stoker tuvo la oportunidad de tomar contacto con la flor y nata de las artes y la literatura de su época y país y, por supuesto, dedicarse gracias a ese ambiente a cultivar sus propias letras con más ahínco. 

Y uno de los lugares más importantes de su vida literaria fue The Beefsteak Room (también Beefsteak Club),  una sala en el teatro Lyceum de Henry Irving en Londres, donde, banquete tras banquete, se reunían después de cada función, Irving, Stoker y diversos invitados. Era la heredera de la desaparecida Sublime Society of Beef Steaks y otras antiguas sociedades patrióticas de tendencia liberal (whig). Alrededor de su gigantesca parrilla, las tertulias que se desarrollaron fueron fuente de inspiración inagotable para la pluma de Stoker. Allí conoció al orientalista Arminius Vámbéry, de la universidad de Budapest, que le puso sobre la pista de los hermosos parajes de Transilvania y sus criaturas; al ministro William Gladstone (al que el escritor admiraba), a Sir Arthur Conan Doyle y, quizás allí comenzaron sus flirteos con el esoterismo y  la Orden Hermética del Amanecer Dorado.


El Lyceum en la época de Stoker

Placa conmemorativa donada por la Sociedad Edgar Allan Poe

Como representante y secretario personal del famosísimo Henry Irving, Stoker viajó por toda Europa (curiosamente no pisó el este) y Estados Unidos. Con seguridad, enfermara de la sífilis que se lo llevó a la tumba prematuramente, en algún prostíbulo de París
El trato de Irving hacia Stoker siempre fue de cierto desprecio y humillación, lo que el escritor asumía gustosamente... aunque se proveía de pequeños desahogos literarios donde describía personajes víctimas de su divismo, gran narcisimo e, incluso, con claras tendencias criminales.  También escribió, en 1906, una biografía en dos volúmenes del actor, Personal reminiscences of Henry Irving, de donde se extrajeron algunos de los relatos cortos que se incluyeron en recopilaciones posteriores. 

Henry Irving mantuvo su desdén hacia Stoker hasta su muerte, pues a pesar de que le sirvió fielmente durante largos años, no le dejó ni un chelín de su cuantiosa herencia... y lo peor: a sabiendas de que el propio Stoker, por su exclusiva dedicación al actor, pasaba por aprietos económicos muy serios.
Y así murió Stoker, acuciado por la locura de su enfermedad (tenía alucinaciones donde veía brujas y demonios, sugestionado por su propia obra Drácula) y la miseria, un 20 de Abril de 1912.


Memoria del fallecimiento de Henry Irving

Pero centrémonos en recordarle a través de su obra: una de las más sobresalientes, por su delicadeza y espiritualidad, es El País del Ocaso (1882) que junto a otros pequeños cuentos, forman quizás la obra más autobiográfica de Stoker. El País del Ocaso estaba dedicado a su hijo Noel, y aunque fueron concebidos como un entretenimiento para él, son un conjunto de relatos de naturaleza fantástica y trasfondo filosófico... sombrío.

Nuestro favorito de todos ellos (sin menospreciar ni muchísimo menos al resto) es El Arquitecto de las Sombras:

"El solitario Arquitecto de las Sombras todo lo vigila desde donde mora. 
Las paredes de su mansión están hechas de nubes; a su alrededor y a su través, renovadas de continuo sus acciones, pasan las sombras de todas las cosas que han sido.
Ese círculo de sombras final, cambiante, rodante, recibe el nombre de la Procesión del Pasado Muerto. Ahí todo aparece tal como fue en el gran mundo.
(...)
Para el Arquitecto de las Sombras no existen ni el día ni la noche, ni las estaciones ni los años; no existe el tiempo, sino el paso de la Procesión del Pasado Muerto.
(...)
Detrás de los dominios del Arquitecto de las Sombras no hay nada, solo un espacio en el que no existen ni la luz ni la oscuridad, ni la alegría ni la tristeza. Es un confín tan improbable como el hecho de tocar una sombra o escribir sobre el agua. Allí todas las cosas forman parte de la gran Nada; es un espacio terrible en cuyas lindes se percibe, empero, una línea de misterio, una suerte de marca que recibe el nombre de El Umbral."

Bram Stoker escribió gran cantidad de relatos cortos, una gran parte de ellos sin catalogar todavía y, por supuesto, sin traducción al castellano.
Ediciones Valdemar, una auténtica bendición en el yermo páramo de la literatura fantástica y de terror en España, publicó en el año 2000 bajo el título de Cuentos de Medianoche, una bonita colección de relatos donde se puede disfrutar de otros registros, alejados del tópico atribuido a Stoker de "siniestro". Más afable y con un excelente sentido del humor, destaca Los Dualistas o La funesta muerte de los gemelos (1887); una de las historias más sorprendentes del irlandés y que lo acercan, por su crueldad, al esperpento de nuestro Valle-Inclán. Los Dualistas es sin duda una pieza única  en la literatura inglesa.

"Los gemelos eran los niños más buenos que jamás habían existido... o eso decían al menos los "cognoscenti", y los padres no tardaron en creérselo. La opinión de la niñera fue una prueba en sí misma.
No se trataba, señora, de que fueran buenos para ser gemelos, sino que eran buenos para ser niños; y ella debía de saberlo, no en vano había cuidado muchísimos en sus buenos tiempos, gemelos y no gemelos. Todo lo que pedían era que se les cortasen las piernecitas y se les pusieran unas alitas en sus adorables hombritos para poder colocarse uno a cada lado de una lápida de mármol blanco (...)"

Otra de las obras imprescindibles de Stoker es la La Joya de las siete Estrellas (1903), un relato de aventuras y misterio, de sutil atmósfera que evoca el aroma del Antiguo Egipto en el intento de resurrección de la momia de una enigmática reina. Y todo esto en la mágica Cornualles, hogar del legendario castillo de Tintagel.


Tintagel, ¿hogar del duque Gorlois y su hija Morgana Le Fay?

Un año antes de su muerte, Bram Stoker publicó La Madriguera del Gusano Blanco (1911). Una novela iniciática, repleta de simbología arquetípica y que fue escrita bajo influencia narcótica. El paganismo de Arthur Machen y la eterna seducción que provoca la figura de la Lilith primigenia, la mujer-demonio, se retuercen en los capítulos de una historia enrevesada con una exuberancia gótica que, a través del humor, nos conducen a un final inesperado.

"Quizás piense, Adam, que todo esto es producto de mi imaginación (...) Así es; pero mi imaginación está basada en estudios profundos. (...) quisiera que me acompañara en mi paseo matutino, durante el cual podremos observar, mientras el asunto se mantenga fresco en nuestras mentes, la peculiar disposición de este lugar: no solamente de las tierras (...) sino de toda la región que se extiende a su alrededor. Hay varios fenómenos misteriosos de los cuales podemos buscar -y quizá encontrar- explicaciones. Cuantos más elementos conozcamos de partida, más fácil nos será de comprender lo que veamos con nuestros propios ojos."


Lady Lilith - Dante Gabriel Rossetti

Como podéis comprobar, la obra de Bram Stoker se extiende más allá de su Drácula (solo hemos arañado la superficie). Y no es válida la excusa de que Drácula sea su mejor obra, porque encontrándose entre las más destacables de su extenso patrimonio literario, es injusto considerarla  la de más calidad. Y si vosotros mismos queréis comprobarlo y convenceros, solo tenéis que leerlo.


3 de agosto de 2012

Todo lo que tienes que saber antes de leer... el Popol Vuh


  En este Año del Señor de 2012, en este año que vivimos peligrosamente... según las ominosas profecías mayas algo va a suceder. La cantinela se ha estado oyendo durante años y, por fin, tras alcanzar el fatídico año y a falta de unos meses para llegar a la fecha exacta, en realidad muy poco o nada se ha dicho de los artífices de las profecías.
Así que desde la Tabla Esmeralda, vamos a homenajear a este pueblo como realmente merece, hablando de su obra cumbre literaria, quizás la más importante de la literatura mitológica americana: el Popol Vuh, comparable por su complejidad y belleza a los textos antiguos mesopotámicos, egipcios o griegos.




Lo primero de todo es hacerse la pregunta más obvia: ¿Qué es el Popol Vuh?
El Popol Vuh podría considerarse las Escrituras Sagradas del pueblo maya que habita la región guatemalteca del Quiché. Pero es importante resaltar que los textos reflejan una serie de creencias que se extendían y eran comunes en las tierras bajas tropicales de Centroamérica, lo que se denomina Mayab o Área Maya. Sus límites geográficos, evidentemente, no coinciden con los de un país contemporáneo, sino que se extienden entre México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice.
El Popol Vuh, como casi todos los textos de índole religiosa de la antigüedad. refleja un pensamiento que se transmitía oralmente; y los mayas, como sociedad letrada, fijaron esas creencias en prosa versificada. El libro original en jeroglífico, que correspondería al periodo post-clásico, lamentablemente desapareció. Fue transliterado a caracteres latinos, como medida de salvaguarda y protección, disfrazando sus contenidos con las vestiduras de los conquistadores. Y de ahí traducido al español en el s. XVII.
No hay que olvidar que existían personajes como el franciscano Diego de Landa, que destruían todo lo que se considerara idolatría. A causa de la intervención de este auténtico salvaje hemos perdido libros mayas prehispánicos de valor incalculable, pues a su parecer "no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio".
Gracias, Diego de Landa.


Tu libro no lo quemaste, ¿verdad, tío listo?


Hay que tener muy presente que, la documentación iconográfica hallada en la cerámica o relieves, a pesar de que respalda indudablemente los contenidos del Popol Vuh, también expresan un ciclo mitológico mucho más extenso y complejo.
Aún así, el Popol Vuh, no solo compila las creencias del periodo post-clásico del que es contemporáneo, sino que nos retrotrae casi un milenio haciéndonos testigos de la vinculación religiosa entre zonas muy distantes entre sí. A su luz la interpretación de los materiales arqueológicos adquiere una dimensión prodigiosa. El pueblo quiché, creador del Popol Vuh, seguramente obtuvo y asentó sus tradiciones en las tierras bajas que corresponderían a los actuales estados mexicanos de Tabasco, Campeche o Chiapas; y fueron compartidas con las gentes de los reinos clásicos de CalakmulPalenque o Tikal.
Y tampoco debemos olvidar que el Popol Vuh es literatura, con lo cual hay que atender, no solo a lo que dice, sino cómo lo dice y su profundo simbolismo que trasciende la mera experiencia formal.
Para abordar el Popol Vuh es necesario además poseer unas mínimas nociones de la idiosincrasia del pueblo  maya, su historia, cultura y mentalidad. Y aún así, su interpretación no será fácil... y filtrada por nuestra propia visión del mundo actual.


¿Y quién fue el responsable de que ahora podamos acceder al conocimiento que el Popol Vuh contiene? Pues el dominico Fray Francisco Ximénez, nacido en Écija y que llegó al Nuevo Mundo en 1688.
Fue instalado como párroco de la actual población de Chichicastenango, en las montañas del Quiché de Guatemala; y se esmeró especialmente en el conocimiento del idioma cakchiquel.
El dominico estaba completamente fascinado por su descubrimiento e hizo todo lo que estuvo en su mano para preservarlo, incluidas dos traducciones distintas, de las cuales no estaba satisfecho.




Él mismo comenta que existían varios libros del Popol Vuh en circulación, que sus contenidos eran conocidos de memoria por los indígenas y que tenían similitudes con la fe católica.
Pero no hay que dejarse llevar por las apariencias, las hipótesis peregrinas de las pretendidas llegadas de Cristo a América en un pasado, están fuera de lugar; y la plausible influencia cristiana a través de Ximénez en el Popol Vuh, hasta con un análisis superficial del libro, caen por su propio peso, ya que son en realidad escasas y refutables.
Gracias a Ximénez el Popol Vuh no es un completo desconocido aunque no tuvo el reconocimiento internacional hasta el s XIX, con la versión del abate Brasseur de Bourbourg, que le otorgó el nombre además por el que es mundialmente conocido y que significa "libro de la comunidad".


¿Cómo enfrentarnos a la lectura e interpretación de las ideas religiosas del Popol Vuh?
Con una serie de nociones básicas para empezar... y olvidándonos por completo de todo lo que tenga relación con augurios apocalípticos o visitas de inteligencias extraterrenas.


El Popol Vuh se divide en tres bloques principales


el primero contiene la cosmogonía y teogonías mayas


el segundo el peligroso viaje iniciático de los gemelos divinos Hunahpú e Ixbalanqué al Inframundo, a Xilbabá


y el tercero la creación del hombre y las dinastías reales


El tema central, no en vano, es el descenso a los Infiernos de los héroes, la κατάϐασις y posterior ανάβασις, con el fin de vencer a la muerte y permitir la regeneración y continuación de la Vida. El descenso del Sol al Inframundo, que con total claridad aparece en otros ciclos mitológicos como el mesopotámico, egipcio o griego.
Pero la concepción de Inframundo y muerte, no es la misma que hemos heredado nosotros de las antiguas civilizaciones occidentales.
Xibalbá, que es el nombre que recibe entre los mayas, a pesar de ser un lugar de penumbra y peligro, es un emplazamiento físico y mental a la vez. Un espacio ontológico donde reina lo absoluto, una categoría existencial que da cobijo a la sabiduría ancestral y a los mismísimos dioses mayas. Sin Xilbabá, que es el germen del cual surge lo existente, no puede haber Universo, pues Xilbabá sostiene la realidad entera.
Xilbabá representa la muerte como condición indispensable de todo renacer, es el Otro lado del Espejo, de características surrealistas. A Xibalbá van todos los seres humanos al morir, sin excepción, no hay un Cielo o un Purgatorio, todo es un único Otro Mundo, un país subterráneo al que se podía acceder también en vida. ¿Cómo? A través de los sueños o alterando la conciencia mediante el autosacrificio corporal o las drogas.


Murciélago xilbabense desplegando sus alas


También es importante señalar que para los mayas la muerte, el descenso a Xibalbá, no era irreversible ni ponía fin a la existencia. La muerte formaba parte del ciclo de todo lo viviente, cuyo principal símbolo era el maíz. Este concepto cíclico daba a entender que no se vivía eternamente... pero tampoco se moría para siempre. Muerte y Resurrección. Aunque cada renacimiento fuera siempre distinto. Lo único perpetuo es el ciclo en sí, y a él están sujetos hombres, animales, dioses... todo.


Ese orden cósmico además debía respetarse y procurar su inalterabilidad. El Orden para los mayas era sinónimo de inteligibilidad y aplicarlo era darle significación al Universo. La única manera de llegar a esta conclusión, a este conocimiento, es a través de la Religión. La Religión vertebra la sociedad y mundos mayas
La forma de mantener este orden cósmico es mediante el dolor, el sufrimiento, la muerte. Y es el derramamiento de la sangre humana, del fluido que representa la Vida, la "gasolina" que mantiene el Cosmos en marcha, alimentando al "motor", los dioses, que representan las fuerzas de la Naturaleza. Esas fuerzas eran las que proveían de lluvia, victorias en la batalla, descendencia o maíz al hombre, así que se les servía con fervor y completa dedicación.
De todas formas no hay que confundir las ofrendas de sangre con los sacrificios humanos. Estos últimos, por decapitación o cardiotomía, dependiendo del rito que se celebrara, estaban más relacionados con la guerra y el control sobre la población. Las víctimas eran elegidas con sumo cuidado y era un motivo de orgullo.


Renacimiento de Hun-Hunahpú como Señor del maíz ante Ixbalanqué y Hunahpú


Y todo esto nos lleva a la importancia trascendental del ser humano en el gigantesco engranaje del Cosmos. Sin los hombres, los dioses no existirían, pues son pensados, ideados, nombrados y adorados por ellos. La visión del mundo maya es antropocéntrica.
El hombre tiene la misión de mantener y organizar el mundo, pero también es cierto que el hombre solo merece ser considerado como tal cuando es capaz de realizar esta tarea.
Si no logra una comunicación fluida con las divinidades, si no las sirve de la manera adecuada para preservar el Cosmos, es eliminado. Y así aparece en el Popol Vuh. 
Antes de nuestra humanidad actual, hubo anteriores como los muñecos de palo, cuyos descendientes son los monos. Como no supieron cumplir bien su trabajo, como no adoraban a los dioses, fueron apartados y destruidos.
Sin religión, el hombre pierde su sentido y lugar en el mundo
Esta religión, este sistema de creencias, plasmado claramente en el Popol Vuh, era un cosmoteísmo mezclado con politeísmo y una faceta mistérica que puede recordar a los cultos eleusinos de la Grecia antigua. 
Y como intermediario entre el hombre y las divinidades se alzaba el Rey. Sin él, la comunicación con las fuerzas del Cosmos era imposible. De hecho muchos reyes eran considerados progenie de los dioses, lo que acrecentaba su importancia en la maquinaria cósmica. Las ofrendas de sangre de los reyes eran especialmente valiosas.


Esta sociedad fuertemente religiosa y comprometida profundamente con su cometido cósmico de custodiar el Universo, es natural que se centrara en la observación y estudio del elemento enemigo de la perpetuidad: el Tiempo.


Huhahpú matando con su cerbatana al demonio-pájaro Vucub Caquix


El pueblo maya, para intentar lograr su abolición, especuló con el concepto de Infinitud. Son muy conocidas sus proezas matemáticas en cálculos cronológicos o el uso de la cifra 0, pero todo iba encaminado a conocer los efectos de un presente perenne, un mundo sin tiempo. La creación de laberintos o el alcanzar estados alterados de conciencia mediante sangrías, severos ayunos o la ingestión de drogas, buscaban también ese propósito: la suspensión del tiempo.
El Popol Vuh, como expresión de las creencias del antiguo pueblo maya, es un libro sagrado que trata de dar explicación y sentido a su Universo. En sus relatos literarios, como sucede en todos los mitos, podemos hallar los ecos de antiguos sucesos históricos y la resolución a los misterios de la Naturaleza como el de la muerte. Y a veces son similares a los de otras culturas. Eso no quiere decir que hubieran estado en contacto con ellas, de hecho la probabilidad es casi nula, pero muestra de forma diáfana como los seres humanos hemos tendido a encontrar explicaciones análogas para los mismos enigmas.


Si uno se acerca al Popol Vuh llevado por la actual moda maya, no lo está respetando lo suficiente y, seguramente, no consiga comprender el alma de este pueblo mesoamericano. No es un libro de profecías o sobre el que frivolizar, es el legado cultural y religioso de un pueblo profundamente espiritual del cual todavía nos queda muchísimo por aprender y descubrir.

31 de mayo de 2012

¡Ñam, ñam! La Encantaria vuelve a la carga...

Mi restaurante favorito, La Encantaria de Zaragoza, tras el éxito de las Jornadas Gastronómicas dedicadas al Señor de los Anillos, se atreve con la multipremiada macrosaga de éxito mundial Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin. No es nuestra serie de novelas favorita precisamente, pero nuestro chef predilecto Joan Rosell nunca defrauda entre fogones y siempre es garantía de qualité en todo lo que se propone.
Así que, tanto si eres seguidor de la serie de televisión, fan de los libros o ambas cosas, no puedes perderte el excelente menú que nos tiene preparado exclusivamente para el mes de Junio, aprovechando que el día 22 se publicará en España la quinta novela Danza de Dragones


Si de todas maneras no conoces estos libros, la ocasión es una buena oportunidad para acercarte a ellos porque lo que no le podemos negar a George R. R. Martin es un excelente gusto por la comida (empanadas de lamprea aparte), que expresa con minuciosidad en esta obra.
¿Quieres saber de dónde proceden las recetas? Echa un vistazo aquí:





La Encantaria, para los despistados, está en la calle Sevilla nº 7 (tlf 627944502) en Zaragoza y se recomienda hacer reserva telefónica.






La Encantaria se está labrando una reputación como una de las citas gastronómicas obligadas en Aragón y España para cualquier amante de los libros, el misterio... y la buena música también.
Si os atrevéis a dejaros caer, seguro que no os vais a arrepentir.

¡Buen provecho!

15 de mayo de 2012

One more beer...

   


Esta Tabla Esmeralda está dedicada no a una obra en particular, un autor o un movimiento literario... más bien a la relación siempre especial y tormentosa entre drogas y literatura.
Drogas en el sentido clásico del término: sustancia o preparado medicamentoso de diferentes efectos: narcótico, depresor, estimulante o alucinógeno. No vamos a diferenciar entre drogas legales o ilegales, porque con el transcurrir de los años y la distinta localización geográfica, encontraremos que esa división ha ido cambiando escandalosamente y por muy variados motivos (muchos de ellos completamente ajenos la Salud Pública). Así que hablaremos de alcohol, hachís, opio, LSD, cocaína, anfetaminas... y de lo más importante, de su influencia en el mundo literario, en sus escritores, en sus obras.


Tony Stark discutió largamente con la botella

Debemos aclarar que no fue hasta mediados del s XIX que se comenzó a escribir explícitamente sobre drogas. 
El movimiento Romántico, el decadentismo de los Simbolistas y, más adelante, el escapismo modernista plasmaron una visión nueva sobre estas sustancias que, hasta entonces, había permanecido inédita. Se consumían estupefacientes, eso es innegable, pero hasta entonces las drogas habían pertenecido al ámbito mágico-religioso cumpliendo una función ritual. Sus efectos solo podían experimentarse bajo ciertas premisas, de manera muy controlada y a la que no todo el mundo tenía acceso. Formaban parte de una esfera distinta a la del común humano y su vida. 
La droga en la literatura no era importante en sí misma, lo que realmente  primaba era su efecto, considerado una alegoría. Dos ejemplos claros de esta idea son los lotófagos de la Odisea, donde el loto representa el Olvido; y otro los filtros de amor de la leyenda de Tristán e Iseo, que simboliza la Pasión
También hay que tener en cuenta que, con la llegada del cristianismo, todo tipo de revelación mística de tipo chamánico se veía con suspicacia. Esa experiencia extática donde el sujeto se unía a su dios o trascendía a una realidad superior espiritual, era considerada una amenaza, una herejía; y los cultos iniciáticos donde proliferaban sustancias psicoactivas fueron relegados al olvido o considerados demoníacos.


Los tortolitos de Tristán e Isolda

Pero la Edad Media quedó atrás, llegó el Renacimiento y luego la Era de la Razón. Y enfrentado en cierta manera al objetivismo y materialismo del Siglo de las Luces, surgió el movimiento Romántico.
Con la dispersión del idealismo filosófico alemán liderado por Kant, Schelling o Hegel por Europa, donde la aprehensión del mundo se estimaba que dependía en gran parte de la mente del propio observador, las drogas, como alteradoras de esta mente, se posicionaron como una vía lícita de experimentar y tratar de percibir nuestra realidad de manera distinta, lo que las convirtió en una herramienta más para lograr conocimiento. 
Así, en la Literatura, se busca a través de las drogas verter estas nuevas perspectivas de la realidad, también tomar parte activa y modificarla directamente. La cita de William Blake, que luego fue reutilizada por Huxley, es el paradigma de esta nueva sensibilidad:

Si las puertas de la percepción se purificaran, todo se le aparecería al hombre como es, infinito


William Blake, El Gran Dragón Rojo (1810)



La idealización de estas sustancias fue evidente, y se conviertieron en la bandera de todo artista bohemio que se preciara de la época, aunque le llevara a la muerte. 
Pero todo hay que decirlo: existían más posibilidades de que el fallecimiento encontrara sus causas en la tuberculosis, sífilis o el hambre
Su estandarte más reconocible fue el famoso “Club del Hachís” del hotel Pimodan en París, fundado por Theóphile Gautier y Jacques-Joseph Moreau. En él se dejaron caer bohemios insignes como Charles Baudelaire, Alejandro Dumas o el pintor Delacroix. Así se expresó Arthur Rimbaud al respecto:


A través de un razonado desarreglo de los sentidos, es precisa una alquimia verbal que, nacida de una alucinación de los sentidos, se exprese como alucinación de las palabras, y estas alucinaciones tendrán el poder de cambiar la vida .


Hay que matizar que el uso del hachís, opio o morfina se hizo común también entre el resto de la población, no era una rareza, aunque no estaba muy bien vista.

Con la llegada del s. XX, aunque se mantiene esa visión idealizada del estupefaciente, surge un nuevo horizonte gracias a la heroína de Bayer, la femme fatale de las drogas.  Fue concebida como una salvación para los morfinómanos, capaz de otorgar placeres inimaginables y dolor sin fin
Esta nueva visión fue esbozada con anterioridad por Thomas de Quincey, y se centraba en la adicción, la autodestrucción, la enfermedad. 
En definitiva, el yonqui
Se comenzó a temer a estas sustancias que altera(ba)n la mente y el cuerpo. 
El Convenio Internacional de La Haya de 1912 restringió el consumo de opio, sus derivados y la cocaína. 
La concepción social sobre las drogas empezó a virar.
De la Metafísica de los románticos y su rebeldía anti-burguesa, basculamos hacia la Física marginal y tragedia personal del toxicómano. 
De la búsqueda de sensaciones más intensas, la ensoñación y la exploración del inconsciente; pasamos a un existencialismo nihilista, en el que la voluntad ha sido doblegada y la búsqueda ha mutado a pasividad y vacío.
Las Puertas de la Percepción de William Blake se abrieron de par en par para ofrecer un paisaje de horizontes llenos de belleza y horror a la vez, mucho más amplios de lo esperado...

Las drogas, en el plano literario, seguirían mostrando esa mirada de rebeldía y belleza decadente sublimadas, como entre los escritores de la Generación Beat, pero sin obviar su vertiente destructora y degenerada que plasma la lucha por el control de la voluntad y el propio organismo biológico.
Y las preguntas obvias son: 
¿Les debemos a las drogas muchas de las grandes obras de estos dos últimos siglos? 
¿Han sido ellas la causa de que despertaran los genios?


Jack Kerouac, afecto a sustancias peligrosas


Es muy complicado hacer una aseveración general sobre un tema tan rico en matices y particularidades. Pero lo que está claro, es que no está en la naturaleza del estupefaciente añadir algo nuevo a la mente de un autor. Solo amplifica, distorsiona la materia prima ya existente.

Son muchos los escritores y de diferentes estilos literarios, los que se han dejado fascinar, envolver y conquistar por los narcóticos; afamados e ignorados. Así que acudiremos a estas mismas sustancias para hablaros de algunos de ellos, no todos, es imposible, y así podáis conocer algo más de sus hábitos y adicciones que, por tabú social, se suelen evitar.


Mi amiga la botella

El alcohol es uno de los estupefacientes más populares a nivel social y que más aceptación tienen. Se ha consumido, a diferencia de otras drogas, también fuera del ámbito mágico-religioso por su relativa sencilla obtención y producción. 


Edgar Allan Poe fue una de sus víctimas, y su vida estuvo marcada por su consumo abusivo así como por periodos de abstinencia total. ¿Y cómo presentar a Poe sin que parezca algo innecesario? No se puede, pero debemos reseñar que se trató de uno de los grandes renovadores de la literatura gótica y de terror, precursor de la novela de detectives y la de ciencia-ficción. Su influencia se extendió más allá del mundo de la literatura y se convirtió en símbolo romántico para miles de artistas. Su trágica y corta vida solo echó más leña a su leyenda oscura; y su condición de alcohólico fue una punta de lanza utilizada por sus detractores para desmerecer su obra. Pero no se tiene constancia de que escribiera sus relatos e historias ebrio y en Poe encontramos la figura del toxicómano que no lo es por elección consciente, sino quizás por carga genética (su padre y hermano eran grandes bebedores) y presión social; lo que lo diferenciaba de muchos otros escritores toxicómanos que buscaban en las drogas otro tipo de evasión más lúdico.

Podemos ir más atrás en el tiempo para hallar escritores fans de las bebidas alcohólicas: Ovidio. No debemos sorprendernos, pues la propia cultura romana clásica alentaba sobre todo el consumo de vino, considerándolo indispensable en la vida diaria para cualquiera... incluidos mujeres y esclavos. Por supuesto, extendieron su cultivo allá por donde fueron. No faltaron obras escritas sobre la vid, de Catón el Viejo, Virgilio o Varrón. Pero es en Ovidio en el que ponemos nuestra atención hoy con una elegía, donde nos presenta al vino de manera ambivalente y... cómo afecta en los trances amorosos.

Así que, cuando te sirvan los dones de Baco, puesto sobre la mesa, y te toque como compañera en el lecho contiguo una mujer, suplica (...) a los ritos sagrados de la noche que no permitan que el vino te haga perder la cabeza.  En ese momento tienes oportunidad de decir muchas cosas escondiéndolas en frases de doble sentido, que ella comprenda que van referidas a sí, y garabatear tiernas lindezas con un poco de vino, de forma que pueda leer sobre la mesa que ella es tu dueña; y mírala a los ojos con ojos que declaren tu pasión ardiente: muchas veces un rostro silencioso tiene voz y palabras. (...) Camino seguro y duradero es engañarle bajo apariencia de amistad; más, aunque sea seguro y duradero el camino, entraña delito.(...)
Yo te daré la medida justa en la que debes beber: que tu mente y tus pies puedan cumplir su cometido. Ten cuidado con las disputas a las que el vino predispone especialmente, y con las manos demasiado proclives a peleas feroces.(...) 


Bukowski empinando el codo

Más cercano en el tiempo, tenemos a uno de los escritores borrachuzos por antonomasia y cuya actitud vital siempre fue ejemplo de inconformismo. Su estilo literario fue denominado realismo sucio y sus panegíricos dedicados al alcohol, haciendo gala de un procaz orgullo de su alcoholismo, son ya conocidos en todo el planeta; nos referimos a Charles Bukowski, que no se sonrojaba al reconocer que si no hubiera sido por el alcohol, no habría sido capaz de escribir una sola línea. Suyas son las siguientes palabras:

El alcohol te da la liberación de un sueño sin la falta de vitalidad de las drogas



minuto 1:14

El celebérrimo Stephen King también tuvo sus más y sus menos con el alcohol (y también otras drogas). Durante toda la década de los 80 su vida fue un continua melopea y él mismo reconoce no recordar el haber escrito según qué libros.


La Nieve andina y los hijos del Dragón




La cocaína, que llegó a Europa en el s XIX, también tuvo una difusión importante entre literatos.
Se convirtió en una droga intelectual, Sigmund Freud alababa sus virtudes y Conan Doyle convirtió a Sherlock Holmes en un adicto


Es conocida también la anécdota de que Stevenson escribió su El Extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde (1886) en seis días sin casi dormir gracias a la ayuda de esta sustancia. 
Hermann Hesse y su Lobo Estepario (1927) ofrecen continuas referencias al consumo de cocaína y Aleister Crowley, en la que fue su primera obra, Diario de un drogadicto (1922), no escatima detalles en sus diversas adicciones, en la que destaca la de la cocaína.

La heroína también ha tenido sus campeones literarios, como el inmisericorde William Burroughs, que en su Yonqui (1953), describía las miserias de su adicción de manera innovadora, cruda y magistral.

La droga es una inoculación de muerte que mantiene el cuerpo en condición de emergencia... nos decía. 

Burroughs, Madonna y el porro


Son los opiáceos en general, y el propio opio, los que han derramado sobre la humanidad una lluvia continua de angustias y deleites sin fin.
Fue Samuel Taylor Coleridge y su poema Kubla Khan (1797) el que dio el pistoletazo de salida a las descripciones y experiencias narcóticas. Lo escribió persiguiendo al dragón, y muchos después seguirían sus pasos.  
La obra más importante dedicada al opio fue la de Thomas de Quincey, Confesiones de un comedor inglés de opio (1821). Esta obra además supuso un antes y un después para la literatura universal. 
A causa de un persistente dolor de muelas, de Quincey comenzó a tomar láudano, la forma más común de por entonces de consumir opio. Se hizo un gran consumidor, sobre los 330 gramos diarios, y lo que en principio era una necesidad, se convirtió en placer e, incluso, símbolo de distinción social. Y así comenzó a escribirlo... pero escribió absolutamente todo, incluido el infierno que vivió después. Describió con precisión quirúrgica los detalles de los horrores del juego perverso de su adicción... y de transgredir las normas sociales. Lo hizo sin ningún tipo de eufemismo ni consigna moral, lo que casi se consideró una blasfemia. Este confesiones de un comedor inglés de opio  fue el molde que más adelante utilizaron otros escritores drogodependientes para narrar sus experiencias. Con de Quincey se inauguró el concepto recreativo del consumo de drogas, un escape a lo que Baudelaire llamaría  Paraísos Artificiales. Paraísos, por el placer brindado; artificiales, por su irrealidad.


De Quincey, primer drogata de la literatura




El Cáñamo


La marihuana y derivados como el hachís o quif, también han tenido, y muy abundantes, sus adeptos en la literatura. 
Quizás la obra más conocida al respecto sea la del poeta francés Charles Baudelaire Los paraísos artificiales (1860), en la que hace flaco favor a esta resina (y al opio), a pesar de que se considere de manera general y errónea, una apología sobre su consumo.

Pero no íbamos a dejar las letras castellanas fuera de todo este guirigay de estupefacientes. Ramón del Valle-Inclán fue un gran consumidor de hachís durante toda su vida. 
En el año 1910 dio una conferencia en la ciudad de Buenos Aires sobre Los excitantes en la literatura. Peligros y Ventajas. Vinculaba sus experiencias con la búsqueda espiritual y, en 1919, escribió un poema, la Pipa de Kif, dedicado al hachís, a la que llamaba la dama de la ardiente cabellera



LA PIPA DE KIF

Mis sentidos tornan a ser infantiles,

tiene el mundo una gracia matinal,

mis sentidos como gayos tamboriles

cantan en la entraña del azul cristal.

Con rítmicos saltos plenos de alegría,

cabalga en el humo de mi pipa Puk,

su risa en la entraña délfica del día

mueve el ritmo órfico amado de Gluk.

Alumbran mi copta conciencia hipostática

las míticas luces de un indo avatar,

que muda mi vieja sonrisa socrática

en la risa joven del Numen Solar.

Divino penacho de la frente triste,

en mi pipa el humo da su grito azul,

mi sangre gozosa claridad asiste

si quemo la Verde Yerba de Estambul.

Voluta de humo, vágula cimera,

tú eres en mi frente la última ilusión

de aquella riente, niña Primavera

que movió la rosa de mi corazón.

Niña Primavera, dueña de los linos

celestes, Princesa Corazón de Abril,

peregrina siempre sobre mis caminos

mundanos. Tú eres mi «spirto gentil».

¡Y jamás le nieguen tus cabellos de oro

jarcias a mi barca, toda de cristal,

la barca fragante que guarda el tesoro

de aromas y gemas de un cuento oriental!

El ritmo del orbe en mi ritmo asumo,

cuando por ti quemo la Pipa de Kif,

y llegas mecida en la onda del humo

azul, que te evoca como un «leit-motif».

Tu luz es la esencia del canto que invoca

la Aurora vestida de rosado tul,

el divino canto que no tiene boca

y el amor provoca con su voz azul.

¡Encendida rosa! ¡Encendido toro!

¡Encendidos números que rimó Platón!

¡Encendidas normas por donde va el coro

del mundo: está el mundo en mi corazón!

Si tú me abandonas, gracia del hachic,

me embozo en la capa y apago la luz.

Ya puede tentarme la Reina del Chic:

no dejo la capa y le hago la +.


Su relación con el cannabis comenzó sobre los veinte años y fue, junto a la de la literatura, inalterable y fiel hasta el día de su muerte.


Otros como el cubano José Martí también dedicaron letras al hachís, donde no lo considera un paraíso artificial, sino una realidad añorada, un éxtasis místico.
Y cómo no, el gran Horacio Quiroga, uruguayo de nacimiento, y uno de los grandes maestros del relato corto de la literatura hispanoamericana. Su vida atormentada se vió cercada continuamente por el suicidio, las estrecheces económicas y su consumo de cloroformo y hachís. Cuentos de Amor, de Locura y de Muerte (1917) es, sin duda, su mejor obra; aunque no podemos obviar el cuento realista Hachís, donde describe meticulosamente sus experiencias.


Horacio Quiroga (1878-1937)


Anfetas y campos de fresas sin fin

Las drogas sintéticas, como las variedades de anfetaminas o el cataclismo de Hofmann: el LSD, también han inspirado las mentes de bastantes escritores a lo largo del s. XX, incluso a filósofos como Jean-Paul Sartre, que sin su correspondiente dosis de Corydrane (anfetamina + ácido acetilsalicílico), no habría podido acabar su Crítica de la Razón Dialéctica (1960), como él mismo explicó en varias ocasiones. Era una droga además bastante de moda en círculos artísticos e intelectuales.

Philip K. Dick estuvo años al servicio de la semoxydrina (metanfetamina), llegó a escribir, bajo su influjo en solo un año, 11 novelas, varios relatos y ensayos. También tuvo tiempo de divorciarse. 
Pero las experiencias del gran Dick no solo se quedaron con las anfetaminas (sin contar el dudoso efecto benéfico que pudiera brindarle ingerir comida para perros), también probó el LSD, con el que tuvo, como se suele decir en la jerga, un mal viaje.


Sartre & Beauvoir




La dietilamida de ácido lisérgico, también llamado ácido, fue el descubrimiento que en el año 1948 hizo que el químico suizo Albert Hofmann experimentara la apertura de esas famosas puertas de la percepción. 
El LSD, que no es tóxico ni crea adicción, se convirtió en la droga estandarte de la subversión social de los años 60. El neologismo psicodelia, vinculado estrechamente al LSD y otras drogas alucinógenas, quiere decir sencillamente lo que expresa el alma, pues, según sus consumidores, las experiencias bajo los efectos de las drogas psicotrópicas son altamente espirituales.
Así lo consideraba Aldous Huxley, el autor de clásicos como Un mundo feliz, la Isla o Las Puertas de la percepción, donde aparecen distintas sustancias (el famoso soma o setas alucinógenas), cuya importancia es trascendental en sus argumentos. Huxley opinaba que, en el momento del óbito, la persona debía estar más lúcida que nunca, así que dando ejemplo, en su lecho de muerte ingirió LSD.

Hunter Stockton Thompson, escritor y periodista, creador del estilo periodístico gonzo, donde la presencia de drogas y alcohol es común, fue politoxicómano, pero especialmente consumidor de alucinógenos. Su libro Miedo y asco en Las Vegas (1971) es el ejemplo máximo de su estilo descarnado, donde las drogas tienen un protagonismo casi absoluto. Hunter se suicidó en el año 2005.


Hunter




Y es en los años 70, cuando el filósofo alemán Ernst Jünger acuña un nuevo término para los usuarios de estupefacientes: psiconauta, el navegante del alma. Su obra Acercamientos. Drogas y ebriedad (1970) es un compedio de sus extensas experiencias con todo tipo de narcóticos. Pero no es la única, ya 20 años antes había escrito Visita a Godenholm (1952), dedicado a su primera ingestión de LSD. Era gran amigo de Hoffman. Murió con 103 años de edad en 1998 después de convertirse al catolicismo.


Jünger

¿Qué debemos sacar en conclusión? Depende de cada uno. La intención de esta Tabla Esmeralda no es adoctrinar ni acudir a la dosis habitual de moralina.
Las vidas y obras de todos estos escritores (y los de muchos más que nos hemos dejado en el tintero) son elocuentes y no necesitan explicación alguna. Y vosotros, queridos oyentes, ya sois personas adultas y sabéis discernir cuándo una arenga sentenciosa es necesaria. Y este no es el caso.


100 años sin Bram Stoker

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Abraham Stoker (1847 - 1912)


Pocos días después del hundimiento del Titanic, consumido por la enfermedad (probablemente sífilis), falleció el autor irlandés Bram Stoker a los 64 años de edad. El creador del inmortal Drácula (1897), el vampiro icono pop que es conocido a lo largo y ancho del mundo, desapareció hace 100 años. Un siglo que ha pasado como una exhalación y durante el cual, su celebérrimo demonio hematófago ha devorado miles de cuellos en el cine, el mundo del cómic, el anime y, por supuesto, en nuestras mentes. Pero no vamos a hablaros del aristócrata chupasangre ni de sus antecendentes (El Vampiro (1816) de John Polidori y la sensual Carmilla (1872) del también irlandés Sheridan Le Fanù). De Drácula solo reseñar lo que contemporáneos de Stoker dijeron de él:

"Tal vez la más bella novela de todos los tiempos."
Oscar Wilde (fue amigo suyo y compañero de estudios)



"Se trata de la mejor historia de diablerie que he leído en muchos años. Resulta realmente asombroso que a pesar de tratarse de un libro tan largo, capaz de suscitar tanto interés y emoción, nunca haya un anticlímax."
Sir Arthur Conan Doyle

Y no vamos a añadir más, pues sobre el vampiro se ha disertado largamente y no agregaríamos nada que no se hubiera dicho ya con anterioridad. Stoker es el ejemplo de privilegiado escritor canibalizado por su propia creación, y no deseamos contribuir más a ese festín. Pues Bram Stoker, en el centenario de su desaparición, creemos merece ser recordado también como persona y autor de otras muchas obras... obras que también merecen atención, respeto y cuidado.
Porque, ¿alguien de vosotros es capaz de nombrarme una obra de Stoker que no sea Drácula? ¿No? Pues hoy vamos a poner remedio a eso.



Bram Stoker y sus relaciones con la familia Wilde


Bram Stoker nació el 8 de Noviembre de 1847 en la aldea de Clontarf, a las afueras de Dublín. Hasta los siete años estuvo la mayor parte del tiempo postrado en cama debido a su naturaleza enfermiza; y durante sus convalecencias, su madre, Charlotte, manteniendo ese espíritu tan típico irlandés de contar historias, lo entretuvo con miríadas de cuentos fantásticos y macabros de la tradición oral de su tierra. Estas historias, impactaron la mente del pequeño Bram que, convertido luego en un hombretón de casi dos metros de estatura (y licenciado con honores en matemáticas), luego fueron la inspiración para la gran cantidad de relatos y novelas que escribiría.

Se hizo funcionario del tribunal de cuentas y todo parecía abocarlo a una vida gris y convencional; pero Stoker era gran amante de la literatura, y sobre todo admirador del teatro... en concreto de una de sus figuras más relevantes por aquel entonces: el actor Henry Irving (fue el primer actor en lograr el título de Sir).
Una crítica negativa sobre él en el Dublin Evening Mail (dirigido en aquel entonces por Le Fanù), le llevó a escribir una ardiente carta en respuesta, que derivó en una serie de colaboraciones con el diario como crítico teatral. 
En 1876, el mismo Henry Irving, quiso conocer al crítico que tan apasionadamente lo había defendido y que tantos elogios le dispensaba cada vez que estrenaba obra en Dublín. El encuentro fue un punto de inflexión en la vida de Stoker. Fue un amor a primera vista, se hicieron amigos de inmediato, incluso nuestro protagonista de hoy abandonó su empleo de funcionario para convertirse en su nuevo representante. Dejó toda su vida atrás para comenzar una nueva junto a su ídolo Henry Irving. 
Mucho se ha escrito y comentado sobre la especial relación que mantenían, una relación de completa sumisión por parte de Stoker, en la que parecía hipnotizado por la personalidad y arte de Irving. Se ha querido ver también algo de homosexualidad reprimida, así como una nítida inspiración para su Drácula en la personalidad egocéntrica y desdeñosa del actor. Es posible que fuera así. O no. La cuestión es, que al convertirse en el máximo valedor de Henry Irving, Stoker tuvo la oportunidad de tomar contacto con la flor y nata de las artes y la literatura de su época y país y, por supuesto, dedicarse gracias a ese ambiente a cultivar sus propias letras con más ahínco. 

Y uno de los lugares más importantes de su vida literaria fue The Beefsteak Room (también Beefsteak Club),  una sala en el teatro Lyceum de Henry Irving en Londres, donde, banquete tras banquete, se reunían después de cada función, Irving, Stoker y diversos invitados. Era la heredera de la desaparecida Sublime Society of Beef Steaks y otras antiguas sociedades patrióticas de tendencia liberal (whig). Alrededor de su gigantesca parrilla, las tertulias que se desarrollaron fueron fuente de inspiración inagotable para la pluma de Stoker. Allí conoció al orientalista Arminius Vámbéry, de la universidad de Budapest, que le puso sobre la pista de los hermosos parajes de Transilvania y sus criaturas; al ministro William Gladstone (al que el escritor admiraba), a Sir Arthur Conan Doyle y, quizás allí comenzaron sus flirteos con el esoterismo y  la Orden Hermética del Amanecer Dorado.


El Lyceum en la época de Stoker

Placa conmemorativa donada por la Sociedad Edgar Allan Poe

Como representante y secretario personal del famosísimo Henry Irving, Stoker viajó por toda Europa (curiosamente no pisó el este) y Estados Unidos. Con seguridad, enfermara de la sífilis que se lo llevó a la tumba prematuramente, en algún prostíbulo de París
El trato de Irving hacia Stoker siempre fue de cierto desprecio y humillación, lo que el escritor asumía gustosamente... aunque se proveía de pequeños desahogos literarios donde describía personajes víctimas de su divismo, gran narcisimo e, incluso, con claras tendencias criminales.  También escribió, en 1906, una biografía en dos volúmenes del actor, Personal reminiscences of Henry Irving, de donde se extrajeron algunos de los relatos cortos que se incluyeron en recopilaciones posteriores. 

Henry Irving mantuvo su desdén hacia Stoker hasta su muerte, pues a pesar de que le sirvió fielmente durante largos años, no le dejó ni un chelín de su cuantiosa herencia... y lo peor: a sabiendas de que el propio Stoker, por su exclusiva dedicación al actor, pasaba por aprietos económicos muy serios.
Y así murió Stoker, acuciado por la locura de su enfermedad (tenía alucinaciones donde veía brujas y demonios, sugestionado por su propia obra Drácula) y la miseria, un 20 de Abril de 1912.


Memoria del fallecimiento de Henry Irving

Pero centrémonos en recordarle a través de su obra: una de las más sobresalientes, por su delicadeza y espiritualidad, es El País del Ocaso (1882) que junto a otros pequeños cuentos, forman quizás la obra más autobiográfica de Stoker. El País del Ocaso estaba dedicado a su hijo Noel, y aunque fueron concebidos como un entretenimiento para él, son un conjunto de relatos de naturaleza fantástica y trasfondo filosófico... sombrío.

Nuestro favorito de todos ellos (sin menospreciar ni muchísimo menos al resto) es El Arquitecto de las Sombras:

"El solitario Arquitecto de las Sombras todo lo vigila desde donde mora. 
Las paredes de su mansión están hechas de nubes; a su alrededor y a su través, renovadas de continuo sus acciones, pasan las sombras de todas las cosas que han sido.
Ese círculo de sombras final, cambiante, rodante, recibe el nombre de la Procesión del Pasado Muerto. Ahí todo aparece tal como fue en el gran mundo.
(...)
Para el Arquitecto de las Sombras no existen ni el día ni la noche, ni las estaciones ni los años; no existe el tiempo, sino el paso de la Procesión del Pasado Muerto.
(...)
Detrás de los dominios del Arquitecto de las Sombras no hay nada, solo un espacio en el que no existen ni la luz ni la oscuridad, ni la alegría ni la tristeza. Es un confín tan improbable como el hecho de tocar una sombra o escribir sobre el agua. Allí todas las cosas forman parte de la gran Nada; es un espacio terrible en cuyas lindes se percibe, empero, una línea de misterio, una suerte de marca que recibe el nombre de El Umbral."

Bram Stoker escribió gran cantidad de relatos cortos, una gran parte de ellos sin catalogar todavía y, por supuesto, sin traducción al castellano.
Ediciones Valdemar, una auténtica bendición en el yermo páramo de la literatura fantástica y de terror en España, publicó en el año 2000 bajo el título de Cuentos de Medianoche, una bonita colección de relatos donde se puede disfrutar de otros registros, alejados del tópico atribuido a Stoker de "siniestro". Más afable y con un excelente sentido del humor, destaca Los Dualistas o La funesta muerte de los gemelos (1887); una de las historias más sorprendentes del irlandés y que lo acercan, por su crueldad, al esperpento de nuestro Valle-Inclán. Los Dualistas es sin duda una pieza única  en la literatura inglesa.

"Los gemelos eran los niños más buenos que jamás habían existido... o eso decían al menos los "cognoscenti", y los padres no tardaron en creérselo. La opinión de la niñera fue una prueba en sí misma.
No se trataba, señora, de que fueran buenos para ser gemelos, sino que eran buenos para ser niños; y ella debía de saberlo, no en vano había cuidado muchísimos en sus buenos tiempos, gemelos y no gemelos. Todo lo que pedían era que se les cortasen las piernecitas y se les pusieran unas alitas en sus adorables hombritos para poder colocarse uno a cada lado de una lápida de mármol blanco (...)"

Otra de las obras imprescindibles de Stoker es la La Joya de las siete Estrellas (1903), un relato de aventuras y misterio, de sutil atmósfera que evoca el aroma del Antiguo Egipto en el intento de resurrección de la momia de una enigmática reina. Y todo esto en la mágica Cornualles, hogar del legendario castillo de Tintagel.


Tintagel, ¿hogar del duque Gorlois y su hija Morgana Le Fay?

Un año antes de su muerte, Bram Stoker publicó La Madriguera del Gusano Blanco (1911). Una novela iniciática, repleta de simbología arquetípica y que fue escrita bajo influencia narcótica. El paganismo de Arthur Machen y la eterna seducción que provoca la figura de la Lilith primigenia, la mujer-demonio, se retuercen en los capítulos de una historia enrevesada con una exuberancia gótica que, a través del humor, nos conducen a un final inesperado.

"Quizás piense, Adam, que todo esto es producto de mi imaginación (...) Así es; pero mi imaginación está basada en estudios profundos. (...) quisiera que me acompañara en mi paseo matutino, durante el cual podremos observar, mientras el asunto se mantenga fresco en nuestras mentes, la peculiar disposición de este lugar: no solamente de las tierras (...) sino de toda la región que se extiende a su alrededor. Hay varios fenómenos misteriosos de los cuales podemos buscar -y quizá encontrar- explicaciones. Cuantos más elementos conozcamos de partida, más fácil nos será de comprender lo que veamos con nuestros propios ojos."


Lady Lilith - Dante Gabriel Rossetti

Como podéis comprobar, la obra de Bram Stoker se extiende más allá de su Drácula (solo hemos arañado la superficie). Y no es válida la excusa de que Drácula sea su mejor obra, porque encontrándose entre las más destacables de su extenso patrimonio literario, es injusto considerarla  la de más calidad. Y si vosotros mismos queréis comprobarlo y convenceros, solo tenéis que leerlo.


Todo lo que tienes que saber antes de leer... el Popol Vuh

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  En este Año del Señor de 2012, en este año que vivimos peligrosamente... según las ominosas profecías mayas algo va a suceder. La cantinela se ha estado oyendo durante años y, por fin, tras alcanzar el fatídico año y a falta de unos meses para llegar a la fecha exacta, en realidad muy poco o nada se ha dicho de los artífices de las profecías.
Así que desde la Tabla Esmeralda, vamos a homenajear a este pueblo como realmente merece, hablando de su obra cumbre literaria, quizás la más importante de la literatura mitológica americana: el Popol Vuh, comparable por su complejidad y belleza a los textos antiguos mesopotámicos, egipcios o griegos.




Lo primero de todo es hacerse la pregunta más obvia: ¿Qué es el Popol Vuh?
El Popol Vuh podría considerarse las Escrituras Sagradas del pueblo maya que habita la región guatemalteca del Quiché. Pero es importante resaltar que los textos reflejan una serie de creencias que se extendían y eran comunes en las tierras bajas tropicales de Centroamérica, lo que se denomina Mayab o Área Maya. Sus límites geográficos, evidentemente, no coinciden con los de un país contemporáneo, sino que se extienden entre México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice.
El Popol Vuh, como casi todos los textos de índole religiosa de la antigüedad. refleja un pensamiento que se transmitía oralmente; y los mayas, como sociedad letrada, fijaron esas creencias en prosa versificada. El libro original en jeroglífico, que correspondería al periodo post-clásico, lamentablemente desapareció. Fue transliterado a caracteres latinos, como medida de salvaguarda y protección, disfrazando sus contenidos con las vestiduras de los conquistadores. Y de ahí traducido al español en el s. XVII.
No hay que olvidar que existían personajes como el franciscano Diego de Landa, que destruían todo lo que se considerara idolatría. A causa de la intervención de este auténtico salvaje hemos perdido libros mayas prehispánicos de valor incalculable, pues a su parecer "no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio".
Gracias, Diego de Landa.


Tu libro no lo quemaste, ¿verdad, tío listo?


Hay que tener muy presente que, la documentación iconográfica hallada en la cerámica o relieves, a pesar de que respalda indudablemente los contenidos del Popol Vuh, también expresan un ciclo mitológico mucho más extenso y complejo.
Aún así, el Popol Vuh, no solo compila las creencias del periodo post-clásico del que es contemporáneo, sino que nos retrotrae casi un milenio haciéndonos testigos de la vinculación religiosa entre zonas muy distantes entre sí. A su luz la interpretación de los materiales arqueológicos adquiere una dimensión prodigiosa. El pueblo quiché, creador del Popol Vuh, seguramente obtuvo y asentó sus tradiciones en las tierras bajas que corresponderían a los actuales estados mexicanos de Tabasco, Campeche o Chiapas; y fueron compartidas con las gentes de los reinos clásicos de CalakmulPalenque o Tikal.
Y tampoco debemos olvidar que el Popol Vuh es literatura, con lo cual hay que atender, no solo a lo que dice, sino cómo lo dice y su profundo simbolismo que trasciende la mera experiencia formal.
Para abordar el Popol Vuh es necesario además poseer unas mínimas nociones de la idiosincrasia del pueblo  maya, su historia, cultura y mentalidad. Y aún así, su interpretación no será fácil... y filtrada por nuestra propia visión del mundo actual.


¿Y quién fue el responsable de que ahora podamos acceder al conocimiento que el Popol Vuh contiene? Pues el dominico Fray Francisco Ximénez, nacido en Écija y que llegó al Nuevo Mundo en 1688.
Fue instalado como párroco de la actual población de Chichicastenango, en las montañas del Quiché de Guatemala; y se esmeró especialmente en el conocimiento del idioma cakchiquel.
El dominico estaba completamente fascinado por su descubrimiento e hizo todo lo que estuvo en su mano para preservarlo, incluidas dos traducciones distintas, de las cuales no estaba satisfecho.




Él mismo comenta que existían varios libros del Popol Vuh en circulación, que sus contenidos eran conocidos de memoria por los indígenas y que tenían similitudes con la fe católica.
Pero no hay que dejarse llevar por las apariencias, las hipótesis peregrinas de las pretendidas llegadas de Cristo a América en un pasado, están fuera de lugar; y la plausible influencia cristiana a través de Ximénez en el Popol Vuh, hasta con un análisis superficial del libro, caen por su propio peso, ya que son en realidad escasas y refutables.
Gracias a Ximénez el Popol Vuh no es un completo desconocido aunque no tuvo el reconocimiento internacional hasta el s XIX, con la versión del abate Brasseur de Bourbourg, que le otorgó el nombre además por el que es mundialmente conocido y que significa "libro de la comunidad".


¿Cómo enfrentarnos a la lectura e interpretación de las ideas religiosas del Popol Vuh?
Con una serie de nociones básicas para empezar... y olvidándonos por completo de todo lo que tenga relación con augurios apocalípticos o visitas de inteligencias extraterrenas.


El Popol Vuh se divide en tres bloques principales


el primero contiene la cosmogonía y teogonías mayas


el segundo el peligroso viaje iniciático de los gemelos divinos Hunahpú e Ixbalanqué al Inframundo, a Xilbabá


y el tercero la creación del hombre y las dinastías reales


El tema central, no en vano, es el descenso a los Infiernos de los héroes, la κατάϐασις y posterior ανάβασις, con el fin de vencer a la muerte y permitir la regeneración y continuación de la Vida. El descenso del Sol al Inframundo, que con total claridad aparece en otros ciclos mitológicos como el mesopotámico, egipcio o griego.
Pero la concepción de Inframundo y muerte, no es la misma que hemos heredado nosotros de las antiguas civilizaciones occidentales.
Xibalbá, que es el nombre que recibe entre los mayas, a pesar de ser un lugar de penumbra y peligro, es un emplazamiento físico y mental a la vez. Un espacio ontológico donde reina lo absoluto, una categoría existencial que da cobijo a la sabiduría ancestral y a los mismísimos dioses mayas. Sin Xilbabá, que es el germen del cual surge lo existente, no puede haber Universo, pues Xilbabá sostiene la realidad entera.
Xilbabá representa la muerte como condición indispensable de todo renacer, es el Otro lado del Espejo, de características surrealistas. A Xibalbá van todos los seres humanos al morir, sin excepción, no hay un Cielo o un Purgatorio, todo es un único Otro Mundo, un país subterráneo al que se podía acceder también en vida. ¿Cómo? A través de los sueños o alterando la conciencia mediante el autosacrificio corporal o las drogas.


Murciélago xilbabense desplegando sus alas


También es importante señalar que para los mayas la muerte, el descenso a Xibalbá, no era irreversible ni ponía fin a la existencia. La muerte formaba parte del ciclo de todo lo viviente, cuyo principal símbolo era el maíz. Este concepto cíclico daba a entender que no se vivía eternamente... pero tampoco se moría para siempre. Muerte y Resurrección. Aunque cada renacimiento fuera siempre distinto. Lo único perpetuo es el ciclo en sí, y a él están sujetos hombres, animales, dioses... todo.


Ese orden cósmico además debía respetarse y procurar su inalterabilidad. El Orden para los mayas era sinónimo de inteligibilidad y aplicarlo era darle significación al Universo. La única manera de llegar a esta conclusión, a este conocimiento, es a través de la Religión. La Religión vertebra la sociedad y mundos mayas
La forma de mantener este orden cósmico es mediante el dolor, el sufrimiento, la muerte. Y es el derramamiento de la sangre humana, del fluido que representa la Vida, la "gasolina" que mantiene el Cosmos en marcha, alimentando al "motor", los dioses, que representan las fuerzas de la Naturaleza. Esas fuerzas eran las que proveían de lluvia, victorias en la batalla, descendencia o maíz al hombre, así que se les servía con fervor y completa dedicación.
De todas formas no hay que confundir las ofrendas de sangre con los sacrificios humanos. Estos últimos, por decapitación o cardiotomía, dependiendo del rito que se celebrara, estaban más relacionados con la guerra y el control sobre la población. Las víctimas eran elegidas con sumo cuidado y era un motivo de orgullo.


Renacimiento de Hun-Hunahpú como Señor del maíz ante Ixbalanqué y Hunahpú


Y todo esto nos lleva a la importancia trascendental del ser humano en el gigantesco engranaje del Cosmos. Sin los hombres, los dioses no existirían, pues son pensados, ideados, nombrados y adorados por ellos. La visión del mundo maya es antropocéntrica.
El hombre tiene la misión de mantener y organizar el mundo, pero también es cierto que el hombre solo merece ser considerado como tal cuando es capaz de realizar esta tarea.
Si no logra una comunicación fluida con las divinidades, si no las sirve de la manera adecuada para preservar el Cosmos, es eliminado. Y así aparece en el Popol Vuh. 
Antes de nuestra humanidad actual, hubo anteriores como los muñecos de palo, cuyos descendientes son los monos. Como no supieron cumplir bien su trabajo, como no adoraban a los dioses, fueron apartados y destruidos.
Sin religión, el hombre pierde su sentido y lugar en el mundo
Esta religión, este sistema de creencias, plasmado claramente en el Popol Vuh, era un cosmoteísmo mezclado con politeísmo y una faceta mistérica que puede recordar a los cultos eleusinos de la Grecia antigua. 
Y como intermediario entre el hombre y las divinidades se alzaba el Rey. Sin él, la comunicación con las fuerzas del Cosmos era imposible. De hecho muchos reyes eran considerados progenie de los dioses, lo que acrecentaba su importancia en la maquinaria cósmica. Las ofrendas de sangre de los reyes eran especialmente valiosas.


Esta sociedad fuertemente religiosa y comprometida profundamente con su cometido cósmico de custodiar el Universo, es natural que se centrara en la observación y estudio del elemento enemigo de la perpetuidad: el Tiempo.


Huhahpú matando con su cerbatana al demonio-pájaro Vucub Caquix


El pueblo maya, para intentar lograr su abolición, especuló con el concepto de Infinitud. Son muy conocidas sus proezas matemáticas en cálculos cronológicos o el uso de la cifra 0, pero todo iba encaminado a conocer los efectos de un presente perenne, un mundo sin tiempo. La creación de laberintos o el alcanzar estados alterados de conciencia mediante sangrías, severos ayunos o la ingestión de drogas, buscaban también ese propósito: la suspensión del tiempo.
El Popol Vuh, como expresión de las creencias del antiguo pueblo maya, es un libro sagrado que trata de dar explicación y sentido a su Universo. En sus relatos literarios, como sucede en todos los mitos, podemos hallar los ecos de antiguos sucesos históricos y la resolución a los misterios de la Naturaleza como el de la muerte. Y a veces son similares a los de otras culturas. Eso no quiere decir que hubieran estado en contacto con ellas, de hecho la probabilidad es casi nula, pero muestra de forma diáfana como los seres humanos hemos tendido a encontrar explicaciones análogas para los mismos enigmas.


Si uno se acerca al Popol Vuh llevado por la actual moda maya, no lo está respetando lo suficiente y, seguramente, no consiga comprender el alma de este pueblo mesoamericano. No es un libro de profecías o sobre el que frivolizar, es el legado cultural y religioso de un pueblo profundamente espiritual del cual todavía nos queda muchísimo por aprender y descubrir.

¡Ñam, ñam! La Encantaria vuelve a la carga...

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Mi restaurante favorito, La Encantaria de Zaragoza, tras el éxito de las Jornadas Gastronómicas dedicadas al Señor de los Anillos, se atreve con la multipremiada macrosaga de éxito mundial Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin. No es nuestra serie de novelas favorita precisamente, pero nuestro chef predilecto Joan Rosell nunca defrauda entre fogones y siempre es garantía de qualité en todo lo que se propone.
Así que, tanto si eres seguidor de la serie de televisión, fan de los libros o ambas cosas, no puedes perderte el excelente menú que nos tiene preparado exclusivamente para el mes de Junio, aprovechando que el día 22 se publicará en España la quinta novela Danza de Dragones


Si de todas maneras no conoces estos libros, la ocasión es una buena oportunidad para acercarte a ellos porque lo que no le podemos negar a George R. R. Martin es un excelente gusto por la comida (empanadas de lamprea aparte), que expresa con minuciosidad en esta obra.
¿Quieres saber de dónde proceden las recetas? Echa un vistazo aquí:





La Encantaria, para los despistados, está en la calle Sevilla nº 7 (tlf 627944502) en Zaragoza y se recomienda hacer reserva telefónica.






La Encantaria se está labrando una reputación como una de las citas gastronómicas obligadas en Aragón y España para cualquier amante de los libros, el misterio... y la buena música también.
Si os atrevéis a dejaros caer, seguro que no os vais a arrepentir.

¡Buen provecho!

One more beer...

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Esta Tabla Esmeralda está dedicada no a una obra en particular, un autor o un movimiento literario... más bien a la relación siempre especial y tormentosa entre drogas y literatura.
Drogas en el sentido clásico del término: sustancia o preparado medicamentoso de diferentes efectos: narcótico, depresor, estimulante o alucinógeno. No vamos a diferenciar entre drogas legales o ilegales, porque con el transcurrir de los años y la distinta localización geográfica, encontraremos que esa división ha ido cambiando escandalosamente y por muy variados motivos (muchos de ellos completamente ajenos la Salud Pública). Así que hablaremos de alcohol, hachís, opio, LSD, cocaína, anfetaminas... y de lo más importante, de su influencia en el mundo literario, en sus escritores, en sus obras.


Tony Stark discutió largamente con la botella

Debemos aclarar que no fue hasta mediados del s XIX que se comenzó a escribir explícitamente sobre drogas. 
El movimiento Romántico, el decadentismo de los Simbolistas y, más adelante, el escapismo modernista plasmaron una visión nueva sobre estas sustancias que, hasta entonces, había permanecido inédita. Se consumían estupefacientes, eso es innegable, pero hasta entonces las drogas habían pertenecido al ámbito mágico-religioso cumpliendo una función ritual. Sus efectos solo podían experimentarse bajo ciertas premisas, de manera muy controlada y a la que no todo el mundo tenía acceso. Formaban parte de una esfera distinta a la del común humano y su vida. 
La droga en la literatura no era importante en sí misma, lo que realmente  primaba era su efecto, considerado una alegoría. Dos ejemplos claros de esta idea son los lotófagos de la Odisea, donde el loto representa el Olvido; y otro los filtros de amor de la leyenda de Tristán e Iseo, que simboliza la Pasión
También hay que tener en cuenta que, con la llegada del cristianismo, todo tipo de revelación mística de tipo chamánico se veía con suspicacia. Esa experiencia extática donde el sujeto se unía a su dios o trascendía a una realidad superior espiritual, era considerada una amenaza, una herejía; y los cultos iniciáticos donde proliferaban sustancias psicoactivas fueron relegados al olvido o considerados demoníacos.


Los tortolitos de Tristán e Isolda

Pero la Edad Media quedó atrás, llegó el Renacimiento y luego la Era de la Razón. Y enfrentado en cierta manera al objetivismo y materialismo del Siglo de las Luces, surgió el movimiento Romántico.
Con la dispersión del idealismo filosófico alemán liderado por Kant, Schelling o Hegel por Europa, donde la aprehensión del mundo se estimaba que dependía en gran parte de la mente del propio observador, las drogas, como alteradoras de esta mente, se posicionaron como una vía lícita de experimentar y tratar de percibir nuestra realidad de manera distinta, lo que las convirtió en una herramienta más para lograr conocimiento. 
Así, en la Literatura, se busca a través de las drogas verter estas nuevas perspectivas de la realidad, también tomar parte activa y modificarla directamente. La cita de William Blake, que luego fue reutilizada por Huxley, es el paradigma de esta nueva sensibilidad:

Si las puertas de la percepción se purificaran, todo se le aparecería al hombre como es, infinito


William Blake, El Gran Dragón Rojo (1810)



La idealización de estas sustancias fue evidente, y se conviertieron en la bandera de todo artista bohemio que se preciara de la época, aunque le llevara a la muerte. 
Pero todo hay que decirlo: existían más posibilidades de que el fallecimiento encontrara sus causas en la tuberculosis, sífilis o el hambre
Su estandarte más reconocible fue el famoso “Club del Hachís” del hotel Pimodan en París, fundado por Theóphile Gautier y Jacques-Joseph Moreau. En él se dejaron caer bohemios insignes como Charles Baudelaire, Alejandro Dumas o el pintor Delacroix. Así se expresó Arthur Rimbaud al respecto:


A través de un razonado desarreglo de los sentidos, es precisa una alquimia verbal que, nacida de una alucinación de los sentidos, se exprese como alucinación de las palabras, y estas alucinaciones tendrán el poder de cambiar la vida .


Hay que matizar que el uso del hachís, opio o morfina se hizo común también entre el resto de la población, no era una rareza, aunque no estaba muy bien vista.

Con la llegada del s. XX, aunque se mantiene esa visión idealizada del estupefaciente, surge un nuevo horizonte gracias a la heroína de Bayer, la femme fatale de las drogas.  Fue concebida como una salvación para los morfinómanos, capaz de otorgar placeres inimaginables y dolor sin fin
Esta nueva visión fue esbozada con anterioridad por Thomas de Quincey, y se centraba en la adicción, la autodestrucción, la enfermedad. 
En definitiva, el yonqui
Se comenzó a temer a estas sustancias que altera(ba)n la mente y el cuerpo. 
El Convenio Internacional de La Haya de 1912 restringió el consumo de opio, sus derivados y la cocaína. 
La concepción social sobre las drogas empezó a virar.
De la Metafísica de los románticos y su rebeldía anti-burguesa, basculamos hacia la Física marginal y tragedia personal del toxicómano. 
De la búsqueda de sensaciones más intensas, la ensoñación y la exploración del inconsciente; pasamos a un existencialismo nihilista, en el que la voluntad ha sido doblegada y la búsqueda ha mutado a pasividad y vacío.
Las Puertas de la Percepción de William Blake se abrieron de par en par para ofrecer un paisaje de horizontes llenos de belleza y horror a la vez, mucho más amplios de lo esperado...

Las drogas, en el plano literario, seguirían mostrando esa mirada de rebeldía y belleza decadente sublimadas, como entre los escritores de la Generación Beat, pero sin obviar su vertiente destructora y degenerada que plasma la lucha por el control de la voluntad y el propio organismo biológico.
Y las preguntas obvias son: 
¿Les debemos a las drogas muchas de las grandes obras de estos dos últimos siglos? 
¿Han sido ellas la causa de que despertaran los genios?


Jack Kerouac, afecto a sustancias peligrosas


Es muy complicado hacer una aseveración general sobre un tema tan rico en matices y particularidades. Pero lo que está claro, es que no está en la naturaleza del estupefaciente añadir algo nuevo a la mente de un autor. Solo amplifica, distorsiona la materia prima ya existente.

Son muchos los escritores y de diferentes estilos literarios, los que se han dejado fascinar, envolver y conquistar por los narcóticos; afamados e ignorados. Así que acudiremos a estas mismas sustancias para hablaros de algunos de ellos, no todos, es imposible, y así podáis conocer algo más de sus hábitos y adicciones que, por tabú social, se suelen evitar.


Mi amiga la botella

El alcohol es uno de los estupefacientes más populares a nivel social y que más aceptación tienen. Se ha consumido, a diferencia de otras drogas, también fuera del ámbito mágico-religioso por su relativa sencilla obtención y producción. 


Edgar Allan Poe fue una de sus víctimas, y su vida estuvo marcada por su consumo abusivo así como por periodos de abstinencia total. ¿Y cómo presentar a Poe sin que parezca algo innecesario? No se puede, pero debemos reseñar que se trató de uno de los grandes renovadores de la literatura gótica y de terror, precursor de la novela de detectives y la de ciencia-ficción. Su influencia se extendió más allá del mundo de la literatura y se convirtió en símbolo romántico para miles de artistas. Su trágica y corta vida solo echó más leña a su leyenda oscura; y su condición de alcohólico fue una punta de lanza utilizada por sus detractores para desmerecer su obra. Pero no se tiene constancia de que escribiera sus relatos e historias ebrio y en Poe encontramos la figura del toxicómano que no lo es por elección consciente, sino quizás por carga genética (su padre y hermano eran grandes bebedores) y presión social; lo que lo diferenciaba de muchos otros escritores toxicómanos que buscaban en las drogas otro tipo de evasión más lúdico.

Podemos ir más atrás en el tiempo para hallar escritores fans de las bebidas alcohólicas: Ovidio. No debemos sorprendernos, pues la propia cultura romana clásica alentaba sobre todo el consumo de vino, considerándolo indispensable en la vida diaria para cualquiera... incluidos mujeres y esclavos. Por supuesto, extendieron su cultivo allá por donde fueron. No faltaron obras escritas sobre la vid, de Catón el Viejo, Virgilio o Varrón. Pero es en Ovidio en el que ponemos nuestra atención hoy con una elegía, donde nos presenta al vino de manera ambivalente y... cómo afecta en los trances amorosos.

Así que, cuando te sirvan los dones de Baco, puesto sobre la mesa, y te toque como compañera en el lecho contiguo una mujer, suplica (...) a los ritos sagrados de la noche que no permitan que el vino te haga perder la cabeza.  En ese momento tienes oportunidad de decir muchas cosas escondiéndolas en frases de doble sentido, que ella comprenda que van referidas a sí, y garabatear tiernas lindezas con un poco de vino, de forma que pueda leer sobre la mesa que ella es tu dueña; y mírala a los ojos con ojos que declaren tu pasión ardiente: muchas veces un rostro silencioso tiene voz y palabras. (...) Camino seguro y duradero es engañarle bajo apariencia de amistad; más, aunque sea seguro y duradero el camino, entraña delito.(...)
Yo te daré la medida justa en la que debes beber: que tu mente y tus pies puedan cumplir su cometido. Ten cuidado con las disputas a las que el vino predispone especialmente, y con las manos demasiado proclives a peleas feroces.(...) 


Bukowski empinando el codo

Más cercano en el tiempo, tenemos a uno de los escritores borrachuzos por antonomasia y cuya actitud vital siempre fue ejemplo de inconformismo. Su estilo literario fue denominado realismo sucio y sus panegíricos dedicados al alcohol, haciendo gala de un procaz orgullo de su alcoholismo, son ya conocidos en todo el planeta; nos referimos a Charles Bukowski, que no se sonrojaba al reconocer que si no hubiera sido por el alcohol, no habría sido capaz de escribir una sola línea. Suyas son las siguientes palabras:

El alcohol te da la liberación de un sueño sin la falta de vitalidad de las drogas



minuto 1:14

El celebérrimo Stephen King también tuvo sus más y sus menos con el alcohol (y también otras drogas). Durante toda la década de los 80 su vida fue un continua melopea y él mismo reconoce no recordar el haber escrito según qué libros.


La Nieve andina y los hijos del Dragón




La cocaína, que llegó a Europa en el s XIX, también tuvo una difusión importante entre literatos.
Se convirtió en una droga intelectual, Sigmund Freud alababa sus virtudes y Conan Doyle convirtió a Sherlock Holmes en un adicto


Es conocida también la anécdota de que Stevenson escribió su El Extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde (1886) en seis días sin casi dormir gracias a la ayuda de esta sustancia. 
Hermann Hesse y su Lobo Estepario (1927) ofrecen continuas referencias al consumo de cocaína y Aleister Crowley, en la que fue su primera obra, Diario de un drogadicto (1922), no escatima detalles en sus diversas adicciones, en la que destaca la de la cocaína.

La heroína también ha tenido sus campeones literarios, como el inmisericorde William Burroughs, que en su Yonqui (1953), describía las miserias de su adicción de manera innovadora, cruda y magistral.

La droga es una inoculación de muerte que mantiene el cuerpo en condición de emergencia... nos decía. 

Burroughs, Madonna y el porro


Son los opiáceos en general, y el propio opio, los que han derramado sobre la humanidad una lluvia continua de angustias y deleites sin fin.
Fue Samuel Taylor Coleridge y su poema Kubla Khan (1797) el que dio el pistoletazo de salida a las descripciones y experiencias narcóticas. Lo escribió persiguiendo al dragón, y muchos después seguirían sus pasos.  
La obra más importante dedicada al opio fue la de Thomas de Quincey, Confesiones de un comedor inglés de opio (1821). Esta obra además supuso un antes y un después para la literatura universal. 
A causa de un persistente dolor de muelas, de Quincey comenzó a tomar láudano, la forma más común de por entonces de consumir opio. Se hizo un gran consumidor, sobre los 330 gramos diarios, y lo que en principio era una necesidad, se convirtió en placer e, incluso, símbolo de distinción social. Y así comenzó a escribirlo... pero escribió absolutamente todo, incluido el infierno que vivió después. Describió con precisión quirúrgica los detalles de los horrores del juego perverso de su adicción... y de transgredir las normas sociales. Lo hizo sin ningún tipo de eufemismo ni consigna moral, lo que casi se consideró una blasfemia. Este confesiones de un comedor inglés de opio  fue el molde que más adelante utilizaron otros escritores drogodependientes para narrar sus experiencias. Con de Quincey se inauguró el concepto recreativo del consumo de drogas, un escape a lo que Baudelaire llamaría  Paraísos Artificiales. Paraísos, por el placer brindado; artificiales, por su irrealidad.


De Quincey, primer drogata de la literatura




El Cáñamo


La marihuana y derivados como el hachís o quif, también han tenido, y muy abundantes, sus adeptos en la literatura. 
Quizás la obra más conocida al respecto sea la del poeta francés Charles Baudelaire Los paraísos artificiales (1860), en la que hace flaco favor a esta resina (y al opio), a pesar de que se considere de manera general y errónea, una apología sobre su consumo.

Pero no íbamos a dejar las letras castellanas fuera de todo este guirigay de estupefacientes. Ramón del Valle-Inclán fue un gran consumidor de hachís durante toda su vida. 
En el año 1910 dio una conferencia en la ciudad de Buenos Aires sobre Los excitantes en la literatura. Peligros y Ventajas. Vinculaba sus experiencias con la búsqueda espiritual y, en 1919, escribió un poema, la Pipa de Kif, dedicado al hachís, a la que llamaba la dama de la ardiente cabellera



LA PIPA DE KIF

Mis sentidos tornan a ser infantiles,

tiene el mundo una gracia matinal,

mis sentidos como gayos tamboriles

cantan en la entraña del azul cristal.

Con rítmicos saltos plenos de alegría,

cabalga en el humo de mi pipa Puk,

su risa en la entraña délfica del día

mueve el ritmo órfico amado de Gluk.

Alumbran mi copta conciencia hipostática

las míticas luces de un indo avatar,

que muda mi vieja sonrisa socrática

en la risa joven del Numen Solar.

Divino penacho de la frente triste,

en mi pipa el humo da su grito azul,

mi sangre gozosa claridad asiste

si quemo la Verde Yerba de Estambul.

Voluta de humo, vágula cimera,

tú eres en mi frente la última ilusión

de aquella riente, niña Primavera

que movió la rosa de mi corazón.

Niña Primavera, dueña de los linos

celestes, Princesa Corazón de Abril,

peregrina siempre sobre mis caminos

mundanos. Tú eres mi «spirto gentil».

¡Y jamás le nieguen tus cabellos de oro

jarcias a mi barca, toda de cristal,

la barca fragante que guarda el tesoro

de aromas y gemas de un cuento oriental!

El ritmo del orbe en mi ritmo asumo,

cuando por ti quemo la Pipa de Kif,

y llegas mecida en la onda del humo

azul, que te evoca como un «leit-motif».

Tu luz es la esencia del canto que invoca

la Aurora vestida de rosado tul,

el divino canto que no tiene boca

y el amor provoca con su voz azul.

¡Encendida rosa! ¡Encendido toro!

¡Encendidos números que rimó Platón!

¡Encendidas normas por donde va el coro

del mundo: está el mundo en mi corazón!

Si tú me abandonas, gracia del hachic,

me embozo en la capa y apago la luz.

Ya puede tentarme la Reina del Chic:

no dejo la capa y le hago la +.


Su relación con el cannabis comenzó sobre los veinte años y fue, junto a la de la literatura, inalterable y fiel hasta el día de su muerte.


Otros como el cubano José Martí también dedicaron letras al hachís, donde no lo considera un paraíso artificial, sino una realidad añorada, un éxtasis místico.
Y cómo no, el gran Horacio Quiroga, uruguayo de nacimiento, y uno de los grandes maestros del relato corto de la literatura hispanoamericana. Su vida atormentada se vió cercada continuamente por el suicidio, las estrecheces económicas y su consumo de cloroformo y hachís. Cuentos de Amor, de Locura y de Muerte (1917) es, sin duda, su mejor obra; aunque no podemos obviar el cuento realista Hachís, donde describe meticulosamente sus experiencias.


Horacio Quiroga (1878-1937)


Anfetas y campos de fresas sin fin

Las drogas sintéticas, como las variedades de anfetaminas o el cataclismo de Hofmann: el LSD, también han inspirado las mentes de bastantes escritores a lo largo del s. XX, incluso a filósofos como Jean-Paul Sartre, que sin su correspondiente dosis de Corydrane (anfetamina + ácido acetilsalicílico), no habría podido acabar su Crítica de la Razón Dialéctica (1960), como él mismo explicó en varias ocasiones. Era una droga además bastante de moda en círculos artísticos e intelectuales.

Philip K. Dick estuvo años al servicio de la semoxydrina (metanfetamina), llegó a escribir, bajo su influjo en solo un año, 11 novelas, varios relatos y ensayos. También tuvo tiempo de divorciarse. 
Pero las experiencias del gran Dick no solo se quedaron con las anfetaminas (sin contar el dudoso efecto benéfico que pudiera brindarle ingerir comida para perros), también probó el LSD, con el que tuvo, como se suele decir en la jerga, un mal viaje.


Sartre & Beauvoir




La dietilamida de ácido lisérgico, también llamado ácido, fue el descubrimiento que en el año 1948 hizo que el químico suizo Albert Hofmann experimentara la apertura de esas famosas puertas de la percepción. 
El LSD, que no es tóxico ni crea adicción, se convirtió en la droga estandarte de la subversión social de los años 60. El neologismo psicodelia, vinculado estrechamente al LSD y otras drogas alucinógenas, quiere decir sencillamente lo que expresa el alma, pues, según sus consumidores, las experiencias bajo los efectos de las drogas psicotrópicas son altamente espirituales.
Así lo consideraba Aldous Huxley, el autor de clásicos como Un mundo feliz, la Isla o Las Puertas de la percepción, donde aparecen distintas sustancias (el famoso soma o setas alucinógenas), cuya importancia es trascendental en sus argumentos. Huxley opinaba que, en el momento del óbito, la persona debía estar más lúcida que nunca, así que dando ejemplo, en su lecho de muerte ingirió LSD.

Hunter Stockton Thompson, escritor y periodista, creador del estilo periodístico gonzo, donde la presencia de drogas y alcohol es común, fue politoxicómano, pero especialmente consumidor de alucinógenos. Su libro Miedo y asco en Las Vegas (1971) es el ejemplo máximo de su estilo descarnado, donde las drogas tienen un protagonismo casi absoluto. Hunter se suicidó en el año 2005.


Hunter




Y es en los años 70, cuando el filósofo alemán Ernst Jünger acuña un nuevo término para los usuarios de estupefacientes: psiconauta, el navegante del alma. Su obra Acercamientos. Drogas y ebriedad (1970) es un compedio de sus extensas experiencias con todo tipo de narcóticos. Pero no es la única, ya 20 años antes había escrito Visita a Godenholm (1952), dedicado a su primera ingestión de LSD. Era gran amigo de Hoffman. Murió con 103 años de edad en 1998 después de convertirse al catolicismo.


Jünger

¿Qué debemos sacar en conclusión? Depende de cada uno. La intención de esta Tabla Esmeralda no es adoctrinar ni acudir a la dosis habitual de moralina.
Las vidas y obras de todos estos escritores (y los de muchos más que nos hemos dejado en el tintero) son elocuentes y no necesitan explicación alguna. Y vosotros, queridos oyentes, ya sois personas adultas y sabéis discernir cuándo una arenga sentenciosa es necesaria. Y este no es el caso.